CUARTA PARTE: LA LISTA ANUAL DE LIBROS 2023

María Jesús Mena

Enero 2024

Poco antes de finalizar el año, estuvimos sopesando si confeccionar nuestra lista de lecturas recomendadas, pero en cuanto nos pusimos a ello, nos dimos cuenta de la dificultad de esta tarea. Empezamos primero eligiendo diez libros, pero nuestra selección fue ampliándose y cuando llegamos a treinta y cinco, decidimos parar, porque aquello no tenía visos de acabar nunca. Hecho esto, nos dispusimos a establecer un orden, lo que tampoco resultó sencillo: había varios primeros; segundos que, de pronto, bien analizados, escalaban al primer puesto; terceros que acababan siendo relegados al séptimo de una forma que no dejaba de parecernos injusta; y así, hasta el infinito y más allá.

Exhaustos y agotados, optamos por ser honestos. No podíamos dejar libros al margen, encorsetar solo unos pocos y mucho menos ordenarlos. Así, nuestras deliberaciones no parecían llegar a ningún puerto, y ya sabéis que nosotros somos muy de fondear, abarloar y ayustar. En resumen, que todo empezó a parecernos Tan difícil como raro, casi como si fuera una partida de ajedrez en la que El tablero de la reina estuviese aquejado por la Carcoma. Nuestras decisiones ya no estaban motivadas por ningún Gozo, sino más bien por una especie de Anoxia que nos aturdía, como si estuviésemos escuchando una retahíla intermitente de Poemas sordos, lo que no nos permitía tomar distancia en nuestros Encuentros con libros y pensar con claridad. Del cansancio, creo que llegamos a ver los libros moverse solos intercambiándose entre el montón de agraciados y el de no agraciados, como si unas Sutiles presencias los estuviesen manipulando dentro de la sala en la que deliberábamos, que estaba presidida por El retrato de casada de una señora que parecía haber contraído nupcias en El infierno a juzgar por su cara de espanto. Luego, alguno de los presentes nos explicó que ese rictus se debía a que tras haber pasado Tres días en Orán o en Un lugar desconocido había regresado aquejada de alguna extraña Fiebre. Sin embargo, otro de los congregados nos aseguró que era su madre y que no le pasaba Nada, a lo que todos nos callamos, claro, y estuvimos de acuerdo en que era una mujer encantadora, pero que parecía decirnos con una Melancolía displicente, que no íbamos a conseguir sacar adelante aquella empresa, ni aunque trabajáramos en ello Mañana y tarde y que para mayor inri, nosotros no éramos ni con mucho, Los elegidos para ello, ya que para emitir un veredicto adecuado, tendríamos que haber leído tanto como el Quijote , personaje que ya vivió su particular ODISEA , que en nada se parecía a la nuestra, y que, por otra parte, quienes éramos nosotros para dar Lecciones a nadie, ni para querer llevar La voz cantante.

Por lo demás, lo veíamos una tarea efímera. En esto no nos engañamos, porque bien sabemos que lo de las listas es Todo tan fugaz, tiene Tan poca vida, y corren tan Buenos tiempos para lo literario, que éramos conscientes de que una vez finalizada y publicada, enseguida quedaría en La memoria del olvido, pero que lo peor era que el escaso tiempo que tuviese su auge, con toda seguridad,  habríamos excluido algún libro fundamental, como estamos haciendo ahora de forma inevitable, convirtiéndolo así, en un texto Invisible, como si fuese Solo humo, y a ver cómo sería para él La vida después.

Además, si nosotros lo único que queríamos era terminar con aquello cuanto antes y marcharnos de vacaciones, para disfrutar de una buena lectura en algún lugar de costa, dejando pasar las horas muertas, como en La playa y el tiempo y vislumbrar esas Aguas azul tormenta de un mar que embravecido, nos recordase que antes de aventurarse a levar anclas y tomar rumbo, hay que hacer el pertinente Vuelo de reconocimiento y escuchar con atención El latido del mar , o dejarse asesorar previamente por gente instruida, quizá como La señorita Berta o Ema, ambas buenas conocedoras de las cosas de la vida y de los entresijos del ser humano. Así, solo nos sentíamos Extraños en el muelle, iniciando El viaje a ninguna parte. Tampoco hubiéramos despreciado un hermoso itinerario de interior en un escenario real como Monfragüe o en uno ficticio como Amargosa.

Qué difícil y ardua tarea esta de decidir, deberíamos haber elegido antes de empezar una figura culmen, algo así como El director, cuya función hubiera sido la de tomar la decisión final y haber dejado sobre sus hombros esa pesada cuestión, porque yo, a nivel personal, os confieso que me metí en esta historia, casi obligada, pero que, en realidad, además de descansar en mis vacaciones, con el paso de las horas Solo quería bailar, y creo que el resto también, y se nos caía el alma a los pies o quizá el corazón igual que le sucedía al protagonista de El frágil corazón de Marcel, cada vez que desechábamos uno u otro libro, como si cargásemos con el peso de Cien cruces arrastradas y los que expulsáramos fuesen quemados en una pira simbólica, que dejara un cielo repleto de Mariposas negras sobre fondo rojo,  y tuviésemos que lanzar al viento una Plegaria para pirómanos con el fin de recuperarlos, mientras observábamos como Todo arde. En fin, dicho esto, que no pretende ser una excusa, ni mucho menos, vamos a ir pensando ya en Las despedidas y en confesar que son tantos y tan buenos los libros que han pasado este año por nuestras manos, que se nos han quedado Las manos tan pequeñas y no nos hemos podido decidir. Por ello, preferimos en este comienzo de 2024, hacer lo que los usos y costumbres recomiendan en estos casos, preservar El silencio y mirar hacia adelante.

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